viernes, 7 de enero de 2011

EN EL PAPEL




Nada mejor y nada peor que una hoja en blanco, escribir, con ganas con pasión, con ánimo de ello, que la tinta fluya, las palabras suaves trazos,  simplemente la expresión del alma, esas son las mejores hojas en blanco, las que quieren ser  llenadas y tus manos no bastan para hacerlo, las que buscan tatuarse en esencia, las que no se hayan en su blancura, las que prefieren ser manchadas y tachadas antes que dejadas incólumes, seducen  letras, atraen palabras, provocan párrafos, estas hojas se andan sin tapujos, son putas de los escritores, viven el momento odian pensar en el que dirán, ya ellas dicen bastante, dicen lo suficiente, dicen lo que piensan y no lo piensan dos veces para decirlo, atrapan las manos y la pluma, envuelven y si es precisó engañar engañan.

Pero el equilibrio existe y en consecuencia también las hojas en blanco que odias, que yo odio, que detesto, aborrezco, y no quisiera recordar, eternas vírgenes, incapaces de seducir plumas, de llamar letras y menos atraer palabras, no se dejan escribir, prefieren la pulcritud del blanco,  la tranquilidad de la nada,  son hojas rasgadas, rotas y arrugadas, que desmerecen la vida y solicitad con urgencia ser rotas o quemadas, que exigen a gritos su destrucción, de entre esas hojas quizá se salve una frase, un dibujo, un mamarracho y se convierta en tesoro, a veces  guardan lagrimas que deforman las palabras talladas, o son utilizadas como sobre para sustancias con las que no logramos inspirarnos, hojas blancas, crema, amarillentas, dobladas, arrugadas, rotas, cenizas de palabras que no son suficiente para describir emociones, ni crear mundos, ni decir palabras coherentes o incoherentes con razón, hojas amadas y odiadas, al final simples hojas que solo expresan que tan en blanco esta, permanece y quiere estar mi mente.



1 comentario: